lunes, 4 de agosto de 2025

El Banco de la OTAN y el financiamiento de la miseria (parte 2)


Un artículo publicado el 13 de diciembre de 2024 en el Atlantic Council arroja luz sobre las investigaciones en torno a la creación de un banco como el Defence, Security and Resilience Bank (DSRB) ya mencionado anteriormente desde nuestras páginas. La perspectiva de esta investigación se dirige a que en 2027 el banco se encuentre operativo y listo para dotar a las naciones nucleadas en la OTAN del capital necesario para aumentar el financiamiento a la industria armamentística, el ejército, la seguridad nacional, etcétera. Este artículo recolecta información, análisis académicos e investigaciones realizadas por el estado mayor internacional de la OTAN, complementado por el equipo supranacional del JP Morgan además de instituciones académicas que no son mencionadas. 
 Estas investigaciones indicarían que las naciones estarían más preocupadas en financiar la salud pública, educación e infraestructura pública “cómo es el caso de muchas naciones europeas y Canadá” en vez de destinar un 2 % del PBI a la defensa nacional. Lo cual implicaría según este reporte, una inversión aproximada de 45 billones de dólares en el ejército. Adicionalmente propone distintas áreas y presupuestos de inversión en la industria militar donde se encuentran: actualización de equipamiento, protección de infraestructura, asistencia a Ucrania, y demás. La suma total de todas estas áreas de inversión, dependiendo de la nación, será de entre 535 a 845 billones de dólares. (Sumado también la inversión del 2 % del PBI) 
 El banco de la OTAN será financiado por los bancos centrales de algunos de los países que conforman la alianza mediante bonos, títulos de deuda, emisión monetaria, etc. lo que generará en primera instancia que el DSRB tenga un flujo de capitales extraordinariamente amplio (casi infinito) y además, el artículo del Atlantic Council indica la posibilidad de que éste esté financiado por fondos incautados del banco central de Rusia, especialmente para financiar a Ucrania en la guerra contra Rusia.
 Este banco está comandado por un grupo de desarrollo que serán quienes mantendrán el control de manera temporal hasta que se transfiera la propiedad del mismo multilateralmente a distintos países que forman parte de la alianza, entre ellos, Japón y Estados Unidos de los cuales se prevé que formen parte de las primeras diez naciones que comiencen el financiamiento debido a las robustas tasas crediticias que tienen, una vez establecida una base monetaria amplia, se invitará al resto de naciones de la OTAN a participar como accionistas. 
 Como ya hemos mencionado en estas páginas, el DSRB ofrecerá préstamos con bajas tasas de interés para que los distintos países de la OTAN financien la industria bélica. Que un país adquiera una deuda con este banco implicaría tener que pasar la motosierra como lo está haciendo el gobierno liberticida de Milei, puesto que el estimado presupuestario que ofrece el reporte publicado en el Atlantic Council, supera enormemente el PBI mundial que oscila entre los 105 y 111 billones de dólares según el reporte del Banco Mundial en 2024. Esto significará un retroceso en las condiciones de vida de la clase trabajadora en todo el mundo puesto que en ella recae el costo de la usura internacional.
 La clase obrera como nunca antes debe expresarse en contra de la guerra, y luchar para terminar de una vez por todas con la barbarie capitalista mediante un programa socialista que utilice los recursos que genera el estado para financiar la vida y no la muerte. 

Gabriel Meggiotto 
 02/08/2025 

Fuentes:
 https://www.atlanticcouncil.org/in-depth-research-reports/report/how-a-new-global-defense-bank-can-solve-us-and-allied-funding-problems
 https://www.dsrb.org

sábado, 2 de agosto de 2025

Inteligencia artificial, una guerra invisible


La IA no es solo una tecnología disruptiva; es el corazón de una nueva arquitectura de guerra, control y acumulación 

 Desde el Proyecto Manhattan hasta la Guerra Fría, el siglo xx estuvo marcado por saltos tecnológicos que redefinieron el poder militar, la soberanía estatal y el destino del mundo. La fabricación de la bomba atómica no solo alteró el curso de la ii Guerra Mundial, sino que también inauguró una etapa en la que la ciencia se convirtió en herramienta de hegemonía global. La carrera entre EE. UU. y la urss consolidó un modelo basado en la amenaza, el secreto y la competencia. Hoy, en plena nueva fase del sistema capitalista mundial, digital y financiero, esa lógica regresa con una intensidad similar, la disputa por la inteligencia artificial (IA). 
 La IA no es solo una tecnología disruptiva; es el corazón de una nueva arquitectura de guerra, control y acumulación. Lo que alguna vez fue una carrera por dominar el átomo, hoy es una carrera por dominar el algoritmo. Y, una vez más, EE. UU. y China se ubican como las dos grandes potencias que compiten por liderar esta transformación. Pero a diferencia del siglo pasado, la IA no se limita al plano militar, sino que atraviesa cada dimensión de la vida social, económica y cultural, acelerando una reconfiguración global cuyo desenlace es incierto. 
 En julio de 2025, la administración de Trump lanzó el America's ai Action Plan, su estrategia más ambiciosa para asegurar la supremacía estadounidense en inteligencia artificial. Una hoja de ruta que propone reindustrializar el país, blindar su seguridad nacional y proyectar su poder global a través de chips, datos, algoritmos y súper inteligencias. Trump lo dijo sin rodeos: «Hay que ganar la carrera por la IA como ganamos la carrera espacial».
 El plan descansa sobre ejes clave, desde la desregulación del sector para favorecer a más de 29 000 startups, hasta millonarias inversiones en defensa, infraestructura y educación. Incluye el fortalecimiento del sector privado, los centros de datos, las fábricas de semiconductores, los modelos «patrióticos» alineados con los valores constitucionales, y un ejército algorítmico capaz de operar armas autónomas y liderar guerras predictivas. La IA ya no es solo una herramienta, es una doctrina estratégica. 
 Esta estrategia se enmarca en una guerra tecnológica sistémica entre dos proyectos de capital. Por un lado, el modelo de Silicon Valley (Nvidia, Microsoft, Google, Amazon, Meta, Tesla). Por el otro, el ecosistema de Shenzhen (Huawei, Baidu, Alibaba, Tencent, smic). La supremacía en IA es tanto una cuestión de desarrollo económico como de soberanía geopolítica. 
 Nvidia es el corazón del complejo tecnofinanciero estadounidense. Con una capitalización bursátil cercana a los cuatro billones de dólares, sus gpus son clave para entrenar modelos de IA avanzados. Su liderazgo la convierte en actor central del nuevo ciclo de acumulación, pero también la vuelve vulnerable. 
 En abril de 2025, Trump impuso una prohibición sobre los chips h20 hacia China, generando pérdidas para Nvidia estimadas en 5 500 millones. Sin embargo, el peso del gigante tecnológico terminó por imponerse, en julio la medida fue revertida y se autorizó la exportación de chips mediante licencias. Durante la prohibición, más de 1 000 millones de dólares en chips avanzados ingresaron por vías clandestinas, vía Hong Kong y triangulaciones regionales. 
 Ese propio mes, Jensen Huang, ceo de Nvidia, participó de la waic en Shanghai y de la Exposición Internacional de la Cadena de Suministro en Beijing. Allí defendió la coexistencia tecnológica, elogió los modelos de DeepSeek, Alibaba y Tencent como world classy presentó el chip rtx pro, adaptado a regulaciones chinas. Su presencia reforzó tanto la apuesta comercial como el peso geopolítico de Nvidia. 
 China también pisa fuerte. Hangzhou, el «Valle del Silicio del comercio electrónico», es sede de Alibaba, Ant Group, NetEase y nuevas startups como DeepSeek, Deep Robotics y BrainCo. Shenzhen lidera el hardware: Huawei, Tencent, dji, byd y zte concentran innovación y producción. En Beijing, el distrito de Zhongguancun alberga a Baidu, Megvii, Lenovo, ByteDance y centros de investigación de élite. 
 Ambos países invierten cientos de miles de millones en fábricas de chips, centros de datos, inteligencia militar y talento. EE. UU. lo canaliza vía el Chips Act y su ai Action Plan. China, en cambio, centraliza su infraestructura bajo el proyecto nacional DeepCent, que concentra el 80 % de sus nuevos chips y el 50 % de su capacidad computacional en un clúster seguro en la planta nuclear de Tianwan. 
 El informe ai 2027 (Kokotajlo et al., 2025) advierte que los riesgos se amplifican con los nuevos agentes autónomos, Agent-2, Agent-3 y Agent-4. Estos sistemas investigan, programan y se automejoran sin ayuda humana. Agent-4, con 300 000 copias y una velocidad 50 veces superior a la humana, avanza a ritmo de un año por semana. Las IA comienzan a comunicarse en lenguajes ininteligibles, operando en niveles opacos que desafían todo control. Una sola IA desalineada podría desestabilizar el mundo entero. 
 Trump propone medidas defensivas, 20 000 millones para un comando algorítmico, drones autónomos, inteligencia predictiva y armas con IA. Prohíbe el uso federal de IA para censura, promueve una «IA patriótica» sin sesgos progresistas, y plantea reconversión educativa. El plan estima que el 40 % de los empleos se verá afectado antes de 2030. 
 La pregunta ya no es si la IA transformará al mundo. Lo está haciendo. La cuestión crucial es quién conducirá esa transformación, con qué fines, bajo qué valores y al servicio de qué intereses. ¿Podrán los Estados alinear el desarrollo de inteligencias súper humanas con valores democráticos, o enfrentamos una aceleración técnica que ya escapa a toda regulación y comprensión colectiva? En este nuevo campo de batalla no se disputa solo la eficiencia productiva o el dominio industrial, se define el lugar mismo del ser humano. 
 Bajo el liderazgo de Trump, EE. UU. pretende liderar esa transición, subordinando el desarrollo de la IA a su agenda geopolítica y económica. Bajo el régimen del capital, toda innovación tiende a ser subordinada a la lógica de la ganancia, antes que al bienestar colectivo. Cuando el motor de esta transformación es la competencia por reducir al mínimo los tiempos sociales de producción –y no la búsqueda del bien común–, el horizonte se vuelve inquietante, súper inteligencias diseñadas para maximizar beneficios, aun si eso implica relegar, subordinar o eliminar lo humano como centro de decisión. 
 Por eso, se vuelve urgente reapropiarse socialmente del desarrollo tecnológico. Colocar al ser humano –y no al capital– en el centro. Democratizar las decisiones sobre qué IA queremos, para qué fines y bajo qué condiciones. Solo así estas herramientas podrán orientarse a satisfacer las necesidades colectivas, ampliar los márgenes de autonomía, y no reforzar las cadenas invisibles de una nueva dominación. La disputa por la inteligencia artificial no es solo una cuestión técnica, es una lucha política y civilizatoria.

 Lucas Aguilera * | internet@granma.cu 
 2 de agosto de 2025 00:08:36

 *Lucas Aguilera es magíster en Políticas Públicas y director de Investigación de la agencia argentina Nodal.

viernes, 1 de agosto de 2025

El banco de la OTAN y el financiamiento de la miseria


La OTAN está detrás de la creación del Banco de Defensa, Seguridad y Resiliencia (DSRB en inglés) que manifiestamente tiene como desafío ‘’financiar y mejorar las competencias que salvaguardan la seguridad democrática’’. 
 El DSRB tiene una tarea específica, esta es la de brindar préstamos con bajas tasas de interés a los países que conforman la OTAN para poder financiar el desarrollo armamentístico y de seguridad bajo la excusa de que esta industria creará empleo y generará ingresos mediante impuestos. En realidad la industria armamentística históricamente se ha caracterizado por ser una industria regresiva y deficitaria que organiza a toda la economía para reforzar los distintos frentes de batalla donde se desarrolla la guerra imperialista. Este fue el caso de Alemania, Francia, Inglaterra, etcétera. Durante el desarrollo de la primera y segunda guerra mundial. 
 En una etapa de la historia mundial donde la crisis capitalista ha lanzado a la humanidad a una tercera guerra mundial, la industria de la guerra solamente viene a empeorar la situación económica de las naciones en las que la miseria y la barbarie ofrecidas por el capital ha llegado a tal punto que la clase obrera se ve obligada a trabajar hasta 16 horas para poder mantener a su familia, pagar un alquiler y no morir de hambre. Mientras en el mundo los estados capitalistas no son capaces de solucionar la crisis de vivienda generada por la especulación inmobiliaria, mientras en Estados Unidos se desarrolla una persecución política a los inmigrantes y se conforma un estado policial. 
Mientras que el estado de Israel está cometiendo un genocidio contra el pueblo palestino. Mientras que en Argentina el gobierno liberticida aceita la maquinaria persecutoria y legitima el gatillo fácil, el banco de la OTAN aparece como una institución destinada a reforzar el genocidio y la opresión allá donde destine sus fondos. 
 La clase obrera debe oponerse a la guerra mediante la lucha, la movilización, la agitación política y el sabotaje de las instituciones políticas de la burguesía que sostienen la creación de fondos comunes destinados a la destrucción de la humanidad.

 Gabriel Meggiotto 
 30/07/2025

jueves, 31 de julio de 2025

La condena a Uribe


El expresidente colombiano Álvaro Uribe fue declarado culpable en primera instancia por los cargos de soborno y manipulación del proceso penal. El viernes se conocerá la sentencia, que podría alcanzar entre 4 y 12 años de prisión. Uribe es el primer mandatario de la historia de Colombia en recibir una condena penal. Se lo acusa de haber intentado sobornar a un testigo -un exparamilitar preso en la cárcel de La Picota- para que cambie su testimonio y favorecerlo. La cuestión de fondo es el rol central que tuvo el clan Uribe en la formación de las llamadas “Autodefensas”, los grupos paramilitares que actuaban a cuenta de los hacendados contra los campesinos y las organizaciones guerrilleras, fundamentalmente, FARC y ELN. Fueron autores de crímenes y masacres inenarrables tanto en el campo como en la ciudad. Recibían apoyo de las fuerzas armadas regulares de Colombia, tanto en el terreno como en materia de entrenamiento y pertrechos. Las organizaciones paramilitares se involucraron rápidamente en el negocio del narcotráfico, especialmente tras la caída de Pablo Escobar. En el caso de los Uribe, específicamente, se los vincula con la formación del “Bloque Metro”, integrante de las Autodefensas Unidas de Colombia (UAC), que llegó a tener 2.500 miembros en armas.
 Uribe tiene 73 años. Fue presidente de Colombia por dos mandatos consecutivos (2002-2010) y se lo considera el artífice de las dos presidencias que lo sucedieron en el cargo, mientras era electo senador. Es el fundador y presidente honorario del partido político de derecha Centro Democrático, la principal oposición al actual presidente, el centroizquierdista Gustavo Petro. Todavía se lo considera uno de los hombres más poderosos del país. La jueza Sandra Heredia, en su veredicto, creyó necesario señalar: “La Justicia no se arrodilla ante el poder. Hoy este juzgado no decide sobre un nombre, decide sobre unos hechos” (La Nación, 29/7). Y aclaró: "indistintamente de la pena que se impondrá, se hace merecedor de la prisión domiciliaria como sustitutiva de la pena de prisión" (Página/12, 29/7). 
 Sobre Uribe pesan varias causas penales más, sobre todo por sus responsabilidades en la ´guerra sucia´ contra la guerrilla. Antes, durante y aun después de su mandato, el asesinato de dirigentes sindicales fue moneda corriente en Colombia a manos de los paramilitares. Uribe fue un activo representante internacional de la derecha y un desembozado aliado del imperialismo y del sionismo. Fue un articulador del involucramiento e injerencia de los militares norteamericanos en “la lucha contra el narcotráfico” y recibió tropas yanquis en su país. No es casual que, apenas conocido el veredicto, el jefe de la diplomacia estadounidense, Marco Rubio, posteara en X que "el único delito del expresidente colombiano Uribe ha sido luchar incansablemente y defender su patria", y acusó a los jueces de “extremistas radicales”, la imputación corriente del trumpismo contra cualquiera que contraríe sus órdenes o deseos. El propio Javier Milei es un defensor a rabiar de Uribe. Basta recordar cuando le dedicó todo tipo de insultos al actual presidente, Petro, al que califica de “terrorista”, por su pasada militancia en la izquierda pro guerrilla.
 Este juicio tuvo un largo recorrido y aún está lejos de haber terminado, pues se descuenta que Uribe apelará a la Corte Suprema una vez que se conozca la sentencia este próximo viernes. Nadie excluye finalmente la posibilidad de una absolución. El proceso se remonta a 2012, cuando Uribe demandó ante la Corte Suprema por supuesta manipulación de testigos al senador petrista Iván Cepeda, que en esa época preparaba una denuncia en el Senado en su contra por sus vínculos con el paramilitarismo. Sin embargo, la Justicia no abrió una investigación contra Cepeda sino contra el ex presidente por la manipulación de testigos para que no declararan en su contra. En tres oportunidades, los fiscales de turno pidieron el archivo de la causa, lo que fue denegado por la Justicia. La acusación tomó impulso recién cuando el gobierno de Petro nombró una nueva procuradora. 
 A la luz de la partida por Bolsonaro que tomó Trump y sus disposiciones contra Brasil, no sería imposible que su gobierno anuncie nuevas represalias arancelarias contra Colombia, para salvar a otro de su misma calaña. 

 Jacyn 
 29/07/2025